Descripción enviada por el equipo del proyecto. Edificio-valla como concepto. Valla como elemento importante del parque. La longitud de esta, a lo largo de todo el conjunto, alcanza casi 800 metros. Paradójicamente el edificio se ubica en una esquina del parque, como si quisiera integrarse en su límite y ceder toda disponibilidad de uso a las zonas abiertas.
Se parte de la necesidad de agrupar unos usos inciertos en los que se conoce la cantidad, pero no su finalidad. Se propone estilizar el volumen inicial y comprimirlo contra la valla para poder ser lo más lineal y sutil posible. A modo de crisálida, el cuerpo permanece inmóvil mientras el envoltorio crece y lo mimetiza.
La aparente piel va tomando formas naturales con geometrías sencillas pero dispares, con repeticiones de tres elementos, pero colocados de forma aleatoria. Algunos de estos objetos pierden la escala y proporcionan al conjunto su estructura portante, barandillas, escaleras, etc. Los pilares, tratan de desaparecer entre las geometrías naturales del parque, y parecen estar en movimiento con el aire. Así el conjunto adquiere ingravidez y otorga a los forjados el carácter más puro en contraposición con el resto, más libre.
Los espacios interiores previstos, en su mayoría, son aulas que se agrupan de forma racional, con una distribución repetida y lineal, creando corredores a ambos lados de estas, y que generan control solar y espacios de relación. Los distintos tonos de color ofrecen carácter natural que unido a su aleatoriedad, hacen del conjunto un lugar más amable y cercano al usuario.
Según la R.A.E., Naturalizar es “Hacer que una especie adquiera las condiciones necesarias para vivir y perpetuarse en un entorno distinto de aquel de donde procede.” Procedemos de un concepto de abstracción euclídeo como valor intrínseco de la geometría en la arquitectura. Aquí se contrapone con la integración geométrica del edificio (especie) en su entorno actual (valla). Trata de naturalizar el conjunto y hacerlo más amable y sensible con el parque y su entorno.
La apariencia de elementos naturales no es fruto de la casualidad, es consecuencia de una línea de trabajo llamada “Naturalizaciones”, en la que la intención de integrar cada objeto y que todo el conjunto adquiera un carácter de organismo vivo hacen de dicho proceso su principal característica.
Por tanto, cabe tratar el conjunto como una línea de trabajo de “Naturalizaciones”, en el que se integran los espacios sutilmente y se naturalizan la geometrías hacia elementos más orgánicos y menos ortogonales.